Exigencia y pertinencia son las palabras que siento reflejan con mayor acierto lo que representó la modalidad virtual que vivimos debido pandemia COVID-19 estos dos últimos años. Me permito escribir este artículo un poco distinto, desde mi perspectiva como estudiante, tengo bastantes puntos positivos y también aspectos por mejorar de la misma, espero este sea de su agrado y si en algún momento desean compartir sus percepciones personales acerca de la misma, por favor no duden en conversarlo con sus compañeros; entre los cuales me incluyo claramente.
Considero que la crisis sanitaria, económica y social que padeció el mundo nos ha dejado en La Universidad del Rosario una modalidad que llegó para quedarse, dicha alternativa fue una necesidad inminente, en donde los eventos que considerábamos inherentemente presenciales se debieron realizar de manera remota. Demostrando así que el componente presencial es muy importante, pero no imprescindible.
Es cierto que existieron un sinnúmero de dificultades y percances que complicaron el desarrollo de las clases, ya sea debido a un componente meramente práctico por la naturaleza de la clase o por inconvenientes de los maestros con las nuevas tecnologías. No obstante, esto sirvió para que estudiantes y maestros trabajaran en armonía en pro de poder tener la mejor calidad de clase posible, requiriéndose así de empatía y esfuerzo de ambas partes. Ahora bien, estas fueron las dificultades mencionadas de manera “formal”.
Seguido lo anterior, en lo personal fue un poco complicado en un principio prestar atención a las clases de la manera en como la prestaba de manera presencial por distintas razones, en donde para muchos existieron factores externos a su voluntad que afectaron la misma, forzando así de una u otra forma una exigencia que antes no poseíamos. Ahora bien, para los maestros también fue un reto el dictar las clases sin tener a los estudiantes al frente, en donde los podían sentir, palpar y aconsejar. Sin duda alguna, el factor más fuerte que se daba en la mayoría de las clases era el de entrar a un aula virtual y encontrar hasta el 80% de los estudiantes con la cámara apagada en donde solo una ínfima parte participaba.
Por otra parte, pienso firmemente en que el paso por La Universidad no es únicamente un espacio de crecimiento intelectual, todo lo contrario. Considero que los 8 a 10 semestres que dura nuestra estadía en La Universidad es un campo de aprendizaje emocional, interpersonal, intrapersonal, existencial, intelectual y demás. Por lo que considero que esos pequeños detalles que vivimos con nuestros compañeros, maestros y personas aledañas a nuestra cotidianidad hacen parte de nuestro crecimiento integral como seres humanos.
A manera de conclusión, me gustaría que hiciéramos un balance de lo aprendido de esta complicada y al mismo tiempo fructífera experiencia por la que hemos pasado, en donde aprendamos a identificar cuáles son los asuntos positivos y negativos que dejó esta, dejando en cuestión cuáles son los eventos que se podrían realizar de manera remota sin necesidad de una obligatoria presencialidad.
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