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Luciana Vanegas Corregidor

¿Los hombres de la generación Z son más religiosos que sus propios abuelos?

Actualizado: 30 oct

Nota: La información expresada en este artículo no compromete la voluntad de la Universidad del Rosario ni del Periódico Enclaustrados.


Las generaciones nacidas entre los 90 y los 2000 llegaron con un fuerte ímpetu de activismo y protesta, impulsando revoluciones sociales, políticas y culturales. Como nativos digitales, experimentaron la expansión masiva de la tecnología y el acceso sin precedentes a internet, lo que les abrió las puertas al mayor repositorio de información global. Esta conectividad no solo amplió su conocimiento, sino que fomentó una actitud crítica y sensible hacia las enseñanzas tradicionales, cuestionando normas y valores que consideraban obsoletos o injustos. En este proceso, comenzaron a desafiar sistemas que perpetúan desigualdades y privilegios, generando nuevas demandas por justicia social, equidad de género, derechos ambientales y representaciones diversas.


La generación Z ha encarado el culto al antropocentrismo, promoviendo una visión más inclusiva que reconoce la interdependencia entre seres humanos y otras formas de vida. A la par, junto con la cuarta ola del feminismo, también ha cuestionado y combatido el falocentrismo, desmantelando narrativas patriarcales perpetuadas por instituciones hegemónicas como la iglesia y otras estructuras de poder. Por primera vez en la historia, gracias a múltiples luchas compuestas, las mujeres pueden dar su opinión sin ser tildadas de locas, viscerales o irracionales, y, lo que es aún peor, sin temor a ser lobotomizadas. Asimismo, pueden elegir estilos de vida que no se limitan al ámbito privado; la familia y el matrimonio son solo aspectos menores en comparación con las oportunidades académicas, laborales y experienciales a las que pueden acceder.


No obstante, a pesar de lo positivo que suena el panorama contemporáneo, en realidad es más oscuro de lo que parece. Un estudio realizado por la revista británica Financial Times (2024), bajo la dirección del periodista y columnista de datos John Burn-Murdoch, visibiliza la polaridad y la brecha ideológica entre los hombres y las mujeres de la generación Z, que son cada vez más incompatibles, como el agua y el aceite. Resulta que, mientras las mujeres tienden a tener afinidades con el centro-izquierda progresista, los hombres se inclinan más hacia ideas de derecha y conservadurismo. No solo eso, sino que ahora, según un estudio realizado por el centro investigativo Survey Center on American Life (2024), los hombres abrazan más la religión y continúan con la tradición eucarística, mientras que las mujeres centennials desean desligarse cada vez más de estas doctrinas, considerándolas inequitativas. En pocas palabras, por primera vez en la historia (sólo después de los boomers), hay una generación en la que los hombres son más religiosos que las mujeres. ¿Podría esto ser una señal de un retroceso hacia el pasado?


Por supuesto que sí. Las razones detrás de este fenómeno son variadas. En primer lugar, según el medio de comunicación El País, el 66% de las mujeres de esta generación se identifican como feministas. Movimientos internacionales como #MeToo, #NiUnaMenos, las 4B, la despenalización del aborto, y el despertar de la sexualidad y de las identidades de género son algunas de las fuerzas disruptivas que desafían los arquetipos de “machos protectores, proveedores, racionales y fuertes”. Como señala el psicólgo Michael Kilmartin, “los hombres han sido socializados para seguir normas de comportamiento que a menudo son contradictorias y restrictivas, limitando su capacidad de conexión emocional y vulnerabilidad" (2007). “Feminazis”, “aborteras”, “marxistas” y “mamertas” son algunos de los calificativos peyorativos que utilizan las tendencias ultramasculinistas para referirse a nosotras.


En segundo lugar, trayendo a colación lo anterior, el auge de numerosas corrientes como los incels, los redpills, los grupos de hombres de “autoayuda”, el activismo por los derechos de los hombres y la Alt-right, entre otros, ha fomentado un ambiente de odio venenoso y violento hacia las mujeres. Estos movimientos no solo promueven la deslegitimación de las luchas feministas, sino que también alimentan estereotipos dañinos y perpetúan la idea de que los hombres son víctimas de una sociedad que favorece a las mujeres. Su retórica a menudo se basa en la inseguridad y el resentimiento, y busca restaurar roles de género tradicionales, desestimando las luchas por la igualdad y el empoderamiento femenino.


Figuras de internet como El Temach, Andrew Tate, Jordan Peterson, Elon Musk y Roosh V, junto con líderes de la política internacional como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei, Viktor Orbán y Matteo Salvini, representan una parte de la narrativa machista que se opone al “virus woke”. Estas figuras mediáticas enfatizan la necesidad de mantener las sociedades de ultraderecha y buscan perpetuar la cosificación, mercantilización y subordinación absoluta de las mujeres. Por lo tanto, más que un simple aferramiento a la religión, la espiritualidad o la reafirmación del capitalismo, estas posturas sirven como una fachada para argumentar que las mujeres deben convertirse en “mujeres de valor”, es decir, en seres femeninos, delicados, dedicados al hogar, sumisos, obedientes y, en esencia, en objetos.


Las consecuencias de estos fenómenos no se han hecho esperar. Por ejemplo, la disminución de las tasas de natalidad y matrimonio en todo el mundo es radical. En Colombia, según el Observatorio de la Seguridad Social de la UDEA, en 1964 el promedio de hijos por mujer era de 6.7, mientras que en 2018 cayó a 1.8. Asimismo, según el DANE, en septiembre de 2022 se registraron 151,210 matrimonios, mientras que en el mismo mes de 2023 la cifra se redujo a 91,199, lo que representa una caída del 40%. Se estima que, si esta tendencia continúa, la población de Corea del Sur podría llegar a desaparecer en el año 2750. Además, es importante considerar las nuevas formas de parentesco, donde las estructuras familiares se están reconfigurando. Hoy en día, muchas mujeres parecen preferir la compañía de sus mascotas a la de los hombres.


Estas dinámicas de hecho ya son nombradas como “heteropesimismo”, un término que describe la desilusión y el desencanto que experimentan muchas personas heterosexuales con respecto a las relaciones románticas y la vida de pareja. Según la investigadora Asa Seresin (2019), este fenómeno refleja una crítica a las normas de género tradicionales y a las expectativas sociales sobre la heterosexualidad, lo que ha llevado a algunas personas a replantearse sus deseos y necesidades en el ámbito afectivo. En este contexto, la necesidad de relacionarse con los demás (sexo opuesto) se vuelve cada vez más complicada, debido a la desconexión ideológica que prevalece en la sociedad.


Antes, nuestras abuelas eran quienes obligaban a nuestros abuelos a asistir a la iglesia. Ahora, parece que son nuestras parejas las que buscan acercarnos más al “reino de los cielos”. En el presente, las mujeres en lugar de seguir el camino marcado por generaciones anteriores, estamos reconfigurando nuestras relaciones, buscando conexiones más auténticas y significativas en un mundo donde el patriarcado y la religión ya no dictan nuestro destino. Parece que, la distopía presentada en El cuento de la criada se convierte en el sueño retorcido de aquellos que anhelan un regreso a un orden de género opresivo.


Foto tomada de: Casa Sobre la Roca Cali


Biliografía

Basso, C. (2024). Generación Z y polarización política: ¿cómo crece la brecha ideológica entre hombres y mujeres?. Agencia UNQ.


Eyzaguirre, A. (2024). La brecha ideológica que divide a la Generación Z. LA TERCERA.


Núñez, L. (2024). Brecha generacional y de género: dos perspectivas opuestas sobre la igualdad. EL SALTO.


Valdés, I. (2024). La generación Z se parte en los dos extremos: ellos son los más machistas y ellas, las más feministas. EL PAÍS.


GES UDEA. (2023). Observador del GES: Nacimientos en Colombia: una mirada de largo plazo y efectos recientes de la migración.


Cox, D. A., & Hammond, K. E. (2024). Young women are leaving church in unprecedented numbers. Survey Center on American Life. 


Graham, R. (2024). Entre los cristianos jóvenes, el número de hombres ahora supera el de mujeres. The New York Times en Español.


Somos Jacarandas. (2024). [Por primera vez en la historia los hombres son más religiosos que las mujeres] [Video]. TikTok. https://www.tiktok.com/@somosjacarandas/video/7421261713481174314


Kilmartin, C. (2007). Guyland: The perilous world where boys become men. HarperCollins.


Minor, R. (2023). Can’t live with em’, can’t live without em’; Heteropessimism explained. Gender Specialist.


Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). (2023). Estadísticas vitales: matrimonios y uniones.

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